Experiencias que dejan huella: el valor de los teambuildings

Hay cosas que solo se aprenden a través de la experiencia propia. En estos años fui parte de muchos teambuildings, y aunque las experiencias han sido muy diversas, hay algo que siempre se repite: el poder del cuerpo como canal de aprendizaje. 

Es difícil explicar qué se siente si no se lo vivió. Pero hay algo que ocurre cuando el aprendizaje pasa por el cuerpo: se graba. No se trata solo de entender un concepto, sino de experimentarlo en primera persona. Lo emocional, lo kinestésico, lo grupal: todo eso construye una vivencia que deja huella.

El primer teambuilding al que fui me marcó para siempre. Ya me habían contado cómo eran este tipo de eventos, incluso sabía con bastante detalle qué iba a pasar, pero vivirlo fue otra cosa. Es impresionante lo que uno puede aprender y recordar cuando el aprendizaje pasa por la experiencia. Recuerdo esa primera vez que tuve que liderar una actividad. Estaba muy nerviosa. Sabía lo que tenía que hacer, lo que tenía que decir. Me habían explicado todo. Pero estar ahí, en el cuerpo, con otros, es distinto. Te atraviesa. Y eso mismo es lo que veo una y otra vez en quienes participan de los teambuildings. Pueden darte mil claves sobre cómo generar cercanía, cómo construir equipo, pero nada reemplaza la vivencia real. El momento en que eso se pone en juego, se practica, se prueba. Ahí es cuando se vuelve propio.

Cada dinámica que proponemos está pensada con intención. Nada es al azar. Hay siempre un mensaje detrás, una bajada, un tema que queremos trabajar: comunicación, coordinación, confianza, liderazgo, sentido de unidad. Cuando ese aprendizaje pasa por el cuerpo, queda. 

Y todo esto sucede en un clima único, en el que las risas son protagonistas de pequeños momentos que, al sumarse, transforman al grupo en equipo.

Lo que uno hace jugando se vuelve un espejo: de nuestros automatismos, de nuestros límites, de la forma en que trabajamos con otros, de cómo resolvemos, pedimos ayuda, lideramos, escuchamos o simplemente compartimos.

Lo lúdico, en este sentido, no es una pausa recreativa: es una herramienta. ¡Y qué poderosa! . En un mundo que muchas veces confunde “profesional” con “serio o estático”, el enfoque lúdico irrumpe, rompe el molde y predispone desde otro lugar. Y ahí es cuando todo se vuelve más potente. Porque no aprendemos solo con la cabeza: aprendemos haciendo, viviendo, sintiendo.

La neurociencia confirma esta idea: aprendemos más y mejor cuando hacemos. Y aún más si ese hacer está acompañado por motivación, sorpresa y un contexto emocional positivo. Cuando las personas están cómodas, conectadas y motivadas, la predisposición es mejor. Y lo que aprendemos, queda para siempre.

Romper la resistencia inicial a ponerle el cuerpo a las cosas, y llevar el clima del evento a su máxima expresión positiva, es nuestra especialidad. Sabemos que los teambuildings son la mejor herramienta para  trabajar temas que involucran a las personas como grupo, como red, como sistema. Parece magia, pero en realidad es diseño, es intención. Y es poner el foco en el cómo, no solo en el qué.

Por Giuliana Brighi Cappello | Líder de proyectos de capacitación y comunicación en ¡Mg! Consultora

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